Grace Kellyi y el príncipe Rainiero |
Es indudable la belleza estética del toreo. Sus trajes, la música, puesta en escena, colores, luces... He disfrutado de tardes de toros como una enana, y sin embargo, no puedo evitar entrar en contradicción, ya que cada vez se me hace mas difícil defenderlo.
Me apetecía escribir sobre este tema desde hacía mucho, intentado contrastar diferentes opiniones con personas protaurinas y antitaurinas. También ilustrarme un poco más sobre el tema, aunque la mayoría de taurinos son muy pasionales y ponen mucho ímpetud y entusiasmo en defender la fiesta nacional con, no mucha objetividad, la verdad.
Si ser taurina, es que conozcas más o menos el mundillo y que disfrutes de una buena tarde de toros, sí, soy culpable.
Me gustan las plazas de toros, el ambiente, el colorido, cuando un torero lo hace bien, limpio, directo, bonito, los caballos, los aplausos y la alegría de la plaza, pero, con todo el dolor de mi corazón, hoy me atrevo a reconocerme a mi misma, que se que es algo que está condenado a desaparecer en nuestro país, como lo ha ido haciendo paulatinamente en países de reconocida tradición taurina.
En mi familia hemos seguido los toros y a los toreros un poco por tradición cultural y familiar, porque a mi abuelo le encantaban y mi madre heredó esa pasión. A mis hermanas y a mi nos ha gustado siempre porque lo hemos visto y porque nos transmite "algo", pero, he de confesar, que he tenido siempre una lucha conmigo misma en cuanto al toreo, sufrimiento y sacrificio del animal.
Si se analiza el toreo todo lo racionalmente que uno sepa y pueda, realmente es una tradición ancestral, teniendo una pincelada cruel, aunque esté tan bien decorado, coloreado y lleno de musicalidad.
No sé quien dijo, aunque lo más probable es que lo hayan dicho varios, que el ser humano habrá dado un paso hacia delante como tal y en su evolución, cuando dejemos de matar animales ( creo que fue Ghandi). Y el sentido común, me dice que es así.
A lo largo de la historia, y ahora nos sorprende, se hacían sacrificios humanos. Primero fueron los romanos que por diversión, derramaban sangre humana en circos y plazas de grandes y pequeñas ciudades, a vista de todo el mundo, como entretenimiento.
En teatros romanos se mataban a personas y después a animales como si de una ópera se tratara y ahora lo vemos como algo macabro e increíble, y creo que nuestros biznietos, si no antes, hablarán del toreo de una forma similar.
Mi lucha ha sido el intento de encontrar algo que me diga que el animal no sufre o que me sugiera que no es tan cruel como ahora lo veo, pero la realidad es, que el animal "SI" sufre, por mucho que taurinos intenten convencerse o convencernos de lo contrario.
Está comprobado, porque hay estudios y porque existen formas de comprobar el dolor que siente un ser vivo, que el toro sufre igual que sufrimos nosotros.
Las hormonas que produce el toro para inhibir el dolor de forma natural, con su bravura y afán de supervivencia, son las misma que podríamos producir nosotros en circunstancias similares.
Ya hay mucho movimiento con el tema del sufrimiento animal, de como se aglomeran en las granjas los animales que se destinan a nuestra alimentación, de la contaminación y emisiones de CO2 que genera que el ser humano coma carne. Sin ir más lejos, hay datos que demuestran que, comer carne, es lo que más contaminación produce en el mundo. El 60% de producción de grano en EE.UU se destina a la alimentación animal. Los productos que son necesarios para engordar animales, el transporte a mataderos, transporte a tiendas, el transporte de comida para criar a estos animales, exactamente todo lo que necesita la carne hasta que aparece en nuestros platos, es lo que más perjudica el medio ambiente, efecto invernadero y calentamiento global del planeta. Flipante.
Y ni que hablar de las condiciones en las que tienen a los animales en la mayoría de las granjas con destino a su venta.
Escuché en la radio que también había una forma de saber que es lo que más desea un animal, y, curiosamente, lo que más desea por ejemplo un pollo o una gallina, es arañar tierra, picotear hierba y correr. Cuando en algunas granjas los tienen metidos en jaulas en las que solo pueden mover la cabeza y es para comer o beber. De manera intuitiva intentan arañar el suelo con sus patas, se hacen heridas con los alambres de las jaulas, también se les amputa el pico a otras aves para evitar picoteos y por ello, es por lo que les dan antibióticos para evitar infecciones. Antibióticos que acaban en la carne que nosotros comemos, se diga de paso.
También vi un reportaje de la historia de un grupo de vacas que habían estado muchos años encerradas en la granja con su único propósito y destino de producir leche.
Un día las sacaron al campo y las dejaron solas para observar su comportamiento.
Al principio las vacas estaban quietas y asustadas. No se atrevían ni a mirar hacia un lado o hacia otro. Cuando llevaban unos minutos ahí, una empezó a andar y a moverse, cada vez con un poco más de energía y al cabo de unos minutos, no podían parar de correr y saltar por aquellas praderas verdes. No he visto nunca un animal mas contento que esas vacas, pegaban unos saltos que realmente emocionaban.Supongo que dar una vida digna al animal antes de comérnoslo, no lo hace tan cruel, por lo menos, de momento.
En definitiva, y aunque no desisto en mi búsqueda por la defensa del toreo, no puedo justificarlo con la misma intensidad por mucho que me guste y, visto lo visto, y si no me demuestran lo contrario, creo que no hay nada que lo sostenga durante mucho más tiempo.
Creo que más pronto que tarde, los toros en el toreo, como muchas de las cosas que hacemos con los animales, pasarán a la historia.
Feliz semana.
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